La energía
eólica es la energía obtenida
a partir del viento,
es decir, la energía cinética generada
por efecto de las corrientes de aire, y que es convertida en otras formas
útiles de energía para las actividades humanas. El término «eólico» proviene
del latín aeolicus, que significa «perteneciente o relativo a Eolo»,
dios de los vientos en la mitología griega. En
la actualidad, la energía eólica es utilizada principalmente para
producir electricidad mediante aerogeneradores conectados
a las grandes redes de distribución de energía eléctrica.
Los parques eólicos construidos
en tierra suponen una fuente de energía cada vez más barata y competitiva, e
incluso más barata en muchas regiones que otras fuentes de energía
convencionales. Pequeñas instalaciones eólicas pueden, por ejemplo, proporcionar
electricidad en regiones remotas y aisladas que no tienen acceso a la red
eléctrica, al igual que la energía solar fotovoltaica.
Las compañías eléctricas distribuidoras adquieren cada vez en mayor medida el
excedente de electricidad producido por pequeñas instalaciones eólicas
domésticas. El auge de la energía eólica ha provocado también la planificación
y construcción de parques eólicos marinos —a menudo conocidos como parques
eólicos offshore por su nombre en inglés—, situados cerca de las
costas. La energía del viento es más estable y fuerte en el mar que en tierra,
y los parques eólicos marinos tienen un impacto visual menor, pero sus costes
de construcción y mantenimiento son considerablemente mayores.
A finales de 2014, la
capacidad mundial instalada de energía eólica ascendía a 370 GW,
generando alrededor del 5 % del consumo de electricidad mundial. Dinamarca genera
más de un 25 % de su electricidad mediante energía eólica, y más de 80
países en todo el mundo la utilizan de forma creciente para proporcionar
energía eléctrica en sus redes de distribución, aumentando su capacidad
anualmente con tasas por encima del 20 %. En España la
energía eólica produjo un 20,3 % del consumo eléctrico de la península en
2014, convirtiéndose en la segunda tecnología con mayor contribución a la
cobertura de la demanda, muy cerca de la energía nuclear con
un 22,0 %.8
La energía eólica es un
recurso abundante, renovable y limpio que
ayuda a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero al reemplazar
fuentes de energía a base de combustibles fósiles. El impacto ambiental de este
tipo de energía es además, generalmente, menos problemático que el de otras
fuentes de energía.
La energía del viento es
bastante estable y predecible a escala anual, aunque presenta variaciones
significativas a escalas de tiempo menores. Al incrementarse la proporción de
energía eólica producida en una determinada región o país, se hace
imprescindible establecer una serie de mejoras en la red eléctrica
local. Diversas técnicas de control energético, como una mayor capacidad
de almacenamiento de energía, una
distribución geográfica amplia de los aerogeneradores, la disponibilidad de
fuentes de energía de respaldo, la posibilidad de exportar o importar energía a
regiones vecinas o la reducción de la demanda cuando la producción eólica es
menor, pueden ayudar a mitigar en gran medida estos problemas. Adicionalmente,
la predicción meteorológica permite
a los gestores de la red eléctrica estar preparados frente a las previsibles
variaciones en la producción eólica que puedan tener lugar a corto plazo

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